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lunes, 5 de septiembre de 2011

Bautismo Alpino

Vértice geodésico del Lobo

Tras unos días de lluvias en la Sierra de Ayllón,  consigo convencer a mi hijo que sería un buen momento para intentar subir al Pico del Lobo, o por lo menos llegar al primer collado y a partir de ahí, si se encuentra con fuerza y ánimos, continuar hasta la cumbre.
Así que el jueves 1 de septiembre por la tarde preparamos todo lo necesario. Efrén va a llevar una mochila pequeña con bolsa de hidratación y unas barritas energéticas.
A las 8 de la mañana ya estábamos desayunando. El día amanece fresco, como es habitual en la zona.  Estrenamos botas para la ocasión, tema que no me hace ninguna gracia, así que aplicamos bien de vaselina en sus pies y le ajusto  correctamente las botas. Lleva también un  buen calcetín intermedio para que no le de demasiado calor y prevenir las ampollas.  Es preferible las botas a las zapatillas, ya que no tiene la experiencia de marcha necesaria para un calzado liviano
En mi mochila meto un par de chaquetas cortavientos. Aunque la previsión es buena, siempre sopla viento en los cordales.” Un bidón secreto” de bebida isotónica espera dentro  de la mochila  para celebrar la llegada a la cumbre.
A las 9:15 comenzamos la marcha desde la estación de la Pinilla. Nuestro coche es el único que está en el aparcamiento .
Con una sensación térmica incómoda, empezamos la subida, y en unos pocos minutos desaparece la sensación de frío. Todavía está balizado el circuito de descenso dónde se celebró el campeonato de España de DH.
De momento Efrén sube con buena disposición. Le regulo adecuadamente el bastón. No se apaña a subir con dos bastones, así que el otro lo llevo yo y le voy indicando la forma de emplearlo.
La pendiente es bastante pronunciada y pedregosa  en algunos tramos .
-Oye, papá ¿por qué tenemos que hacer esto?   ¡JA! Ya salió la pregunta. Por cierto, muy buena pregunta.  Lo mismo decía Camilo José Cela, que veía absurdo subir montañas para terminar haciendo pis en lo alto del cerro y volver.
-Pues por lo mismo que para leer uno de sus libros,¡Don Camilo!. Para formarnos. En este caso ejercitar nuestro cuerpo y también nuestra mente. Para despertar nuestros sentidos y para poder ver los formidables paisajes que se divisan desde las alturas.
Y efectivamente, el semblante de su cara cambió radicalmente cuando pudo divisar la estación de esquí muchos centenares de metros más abajo.  -Déjame la cámara, que quiero hacer fotos.
-Tómala y trátala con cuidado porque pronto esta cámara va a ser tuya. Voy a pedir una nueva para Reyes, le comenté.
Después de las fotos y de cambiar el agua al canario, , llegamos al primer collado en el tiempo previsto, un poco más de una hora. Luce un sol radiante. Nos tomamos un gel entre los dos y nos ponemos las gafas de sol. Unos cuantos buitres vuelan viento de ladera  muy cerca de nosotros. El viento sacude con fuerza, pero una vez que giremos un poco no nos va a molestar hasta la llegada a la cumbre.
Progresamos bastante deprisa, ciertamente me sorprende lo bien que se encuentra mi hijo, aunque caminado con niños siempre hay que estar muy atentos ya que el cansancio o el desánimo pueden aparecer en cualquier momento.
-Mira, cuando lleguemos a ese collado, ya verás el Pico.
 Una de las botas le molesta en el talón, así que paramos para reajustarlas y atarlas correctamente.
Desde el collado de las Peñuelas, ya vemos las cumbres y el antiguo telesilla.
-¿Todavía hay que seguir hasta ahí?
-Ya no queda nada, en menos de media hora estamos arriba.
Ahora el viento nos da de lo lindo, pero no nos pondremos los cortavientos hasta que lleguemos a la cumbre, le explico.
Le dejo que llegue el primero al vértice geodésico donde nos hacemos las fotos de rigor.
Nos ponemos los cortavientos y buscamos un lugar resguardado dónde descansar y comer algo.
Bajando por las pistas de esquí

Como el día está despejado decidimos bajar por la parte de las pistas de esquí y de paso conocer parte del cordal restante. La bajada tiene bastante pendiente, pero conozco muy bien esta zona, así que en ningún momento hubo ningún problema, aunque las partes más delicadas las hicimos juntos de la mano.
-La próxima vez vendremos aquí con nieve y aprenderemos a usar los crampones y a andar asegurados, le dije.
-Silencio absoluto ¿qué estará pensando? A saber.
Una vez alcanzada la cota 1900, el descenso no tiene ningún misterio. Las pistas de esquí están tomadas por ganado vacuno.
-Mira, aquella vaca está preñada -¿Y cómo lo sabes?  -Pues porque tiene mucha tripa –¡¡Pero si todas tienen mucha tripa….!!
Finalmente, llegamos a la estación  y ya en el coche detengo el gps.
Ciertamente, 3 h 45m, paradas incluidas, es todo un tiempazo. La primera vez que subí aquí tardé más de cuatro horas y media, aunque no bajé por las pistas, pero recuerdo que no me pude mover en un par de días.
Track en el  wikiloco

Ya de vuelta a Riaza, hicimos los estiramientos pertinentes para prevenir las agujetas.
Ninguna rozadura ni parte de lesiones. Nos espera una caldereta en casa de la abuela.
Después de comer y tras reposar un rato, aparece mi hijo con el balón de fútbol en la mano…

Qué….  ¿ Bajamos a jugar al Rasero…..??


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