Plaza Mayor de Riaza Julio 2012

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martes, 1 de noviembre de 2011

POR EL REINO DE LOS MALLOS

Los mallos de Riglos, un lugar muy especial

RUTA LOARRE-LA PEÑA-LOARRE

A las nueve de la mañana estábamos en la panadería de Loarre comprando dos “empanadicos de calabaza” impresionantes tartas de calabaza con un sabor sublime y recién sacadas del horno. Ya habíamos dado buena cuenta de otra tarta la tarde anterior y nos estábamos desayunando el resto antes de comenzar la ruta del día. Las piernas estaban ya tocadas de la ruta del día antes, pero lo que no te mata te hace más fuerte, así que comenzamos la marcha desde el mismo pueblo, para no tomar la carretera que sube hacia el Castillo y evitar el tráfico de coches.
Castillo de Loarre
Al salir del pueblo, otro camino pedregoso con una pendiente muy fuerte  nos dejaría en el bar-camping que hay en la carretera. Es la primera vez que empiezo una ruta “en modo empujabike”. Al tomar la pista se intuye el recorrido que a media ladera nos va a dejar en la Ermita de Marcuello.
Realmente estamos disfrutando este recorrido. A diferencia de bastantes años atrás, ahora los caminos están bien acondicionados y todo está perfectamente señalizado, hasta la más modesta de las ermitas, alto, refugio o cañada de pastores está balizado. Es la única forma de promocionar turísticamente esta región denominada “la hoya de Huesca”.
al fondo Ermita de Marcuello

Se divisa a lo lejos las ruinas de la Torre de Marcuello.  Parece una escena de la película “Los inmortales”. Realmente impresionante. Parece cercana pero todavía quedan algunos repechos importantes. Parada obligatoria para avituallarse y tomar algunas fotos.
Vamos a rechazar subir al mirador de los Buitres, porque luego hay que volver a retroceder.


Un sexto sentido le dice a Zambur que habrá que estar atentos para bajar hasta Riglos, no vaya a ser que terminemos en lo alto de un collado del que no haya salida. Siguiendo el track unos kilómetros más adelante veo que nos estamos desviando e la ruta, pero Zambur va por delante y no le puedo avisar que nos separamos de la ruta. Encima las rampas de subida son tremendas y las bajadas muy fuertes. “No le alcanzo ni de coña”, pensé y es que la pista era tan evidente que nada nos hacía pensar que habría que tomar alguna senda casi inexistente.
Vista desde un barranco
Para la próxima habrá que traer algún mapa, nos decimos. A esos no le afectan las pilas y tienen una pantalla gigante en comparación con el gps. Tomamos nota para la próxima.
Llegando a La Peña

Finalmente el descenso nos deja en la Peña, población con embalse y saltos de agua muy bonitos, pero “casaDios” de Riglos, dónde teníamos pensado hacer una parada y contemplar de cerca los Mallos.
Paralelos a la vía del tren (Canfranero)
Cruzamos un puente y tomamos una senda paralela al río que termina en la carretera. Pasamos por Riglos, pero al estar a otro lado de la Ribera no podemos entrar al pueblo. Decicimos continuar hasta Ayerbe siguiendo la carretera y desde allí volvemos a Loarre, dónde tenemos el vehículo. Fin de ruta con refrigerio para volver de camino a Zaragoza y posteriormente a Madrid. 1000 km de coche para hacer 100 de mountain bike. No está mal.
Lo único es que me encuentro en el mismo punto que al principio: esperando el momento de volver, pero ya para el año que viene.

sábado, 29 de octubre de 2011

BIEL Y LA SIERRA DE SANTO DOMINGO

Biel
Tenía una deuda personal con esta zona y he tenido que volver casi dos décadas después para hacer una ruta en BTT   Lo cierto es que ha merecido la pena, pero una vez más me he vuelto a quedar con la inquietud de volver, en vista de las rutas de trail running que he podido intuir.
Sobre las 9:30 estábamos en Biel un grupo de seis bikers. Zambur ha “conseguido convencer “ a algunos amigos para que nos acompañen, aunque no las tienen todas consigo ya que sobre el papel son algo más de 50 km.

Falta el Fotógrafo

Hacemos la foto de inicio después de “un cafecico” y tomamos la ruta y con ella las primeras rampas. Es temporada de caza y hay movimiento de vehículos por las pistas colindantes. Despertamos con nuestro paso a mitad de ladera a un cazador que sentado en mitad del camino en una silla, dormita con la escopeta entre sus manos.
-Buenos días, no nos dispare Eh? . Hay mucha piedra suelta y las rampas nos han pillado un poco fríos.  Una vez despojados de la ropa de abrigo y de comer algo conseguimos entonarnos y podemos disfrutar del fantástico entorno  y pedalear en absoluta soledad. El paisaje, la vegetación y el aire que se respira, junto con unas temperaturas más bien frescas, hacen que rodar sea toda una delicia. Después de la primera subida el descenso nos lleva al collado de Fayanás . Más adelante pasamos por una zona recreativa dónde está el Pozo Pigalo, donde hacemos una breve parada.

Ahora la pista se torna llana y tomamos una carretera que nos deja en Luesia. El pueblo bien merece una visita, pero desgraciadamente no tenemos tiempo para ello. Algunos van justos de fuerzas y se plantean volver por carretera, pero finalmente deciden continuar (C2C). Lo que quedaba era una subida bastante exigente por pista muy  fragmentada  que muchos turismo utilizan para llegar hasta el refugio de L’Artica, que me da la impresión que es un merendero para domingueros. En plena subida y desconociendo por qué, me quedo sin cambios en el desviador delantero. Menos mal que se ha quedado engranado el plato pequeño. En lo alto de un collado y con un cartel que indica el descenso hacia Biel, alcanzo a Zambur, que ya lleva un buen rato esperando y que se ha comido y bebido todo lo que tenía encima “no quiero saber nada ni de barritas ni de geles, estoy saturado”.
Z y F sobrevivieron a los caballos

Mientras comentamos que vamos a hacer, aparece otro compañero, que decide esperar al resto para ya bajar al pueblo.  Zambur y yo subimos hasta el alto de Puigmoné, en otra rampa demoledora de unos 3 kilómetros. Allí recupero milagrosamente el cambio delantero. Menos mal porque me veía bajando en plato pequeño. Las vistas desde el alto son impresionantes, con todo el cordal de Santo Domingo a la vista. Cómo suele ocurrir, las fotos no pueden mostrar la sensación percibida. Tomo un poco de isotónico y de vuelta.  Indescriptibles las vistas, creo que lo ya lo había dicho ¿no?. El descenso podría haber sido fulgurante, pero la gran cantidad de piedras, como cantos rodados de los ríos, y la arena, hacen que seamos prudentes en la bajada.  A todo esto se suman las roderas que crean los 4x4.
También hay caballos pastando , pero están bastante apartados del camino. Desconozco el motivo, pero un potrillo se lanza a por nosotros y detrás su madre. Luego nos estuvieron siguiendo un rato paralelamente a la senda y no  precisamente con buenas intenciones. “la madre que los p..”
Todo es de bajada, pero en un desvío erramos el track y tuvimos que intuir el sendero, aunque me temo que todos los caminos llevan a Roma, como así fue. Ya de vuelta en Biel, nuestros compañeros de fatigas parten a toda prisa, puesto que habían quedado en el Monasterio de Monlora a comer con sus respectivas familias.
Nosotros nos cambiamos tranquilamente y nos desplazamos hacia Ayerbe, para retomar al día siguiente la bicicleta por la Sierra de Loarre.