El Muyo, Arquitectura negra en el Valle de Riaz. Foto Faljau |
Al haber salido el viernes por la tarde, el siguiente entreno consecutivo debe de ser también por la tarde puesto que 12 horas no son suficientes para reponerse después de una sesión exigente.
La ventaja es que evitamos el frío de la mañana. Ahora toca escoger un trazado no muy largo, que pueda prolongarse o recortarse según como nos encontremos.
Elijo hacer el recorrido de los pueblos rojos y negros. Punto de salida Riaza y llegada a El Muyo. La vuelta, dependiendo del estado físico, podría incluir la subida a la Ermita de Hontanares y al mirador de Peñas llanas. Aquí hay rampas del 10%... ojito que la petada puede ser de impresión y luego hay que volver a bajar.
Salgo justo en la hora de la sobremesa. Pocos coches, buena temperatura y bastantes horas de luz por delante. Ingredientes para una buena ruta. Llevo agua y algunos geles. También la herramienta necesaria para las reparaciones habituales y las no tan comunes, asi que llevo una pequeña mochila de hidratación. Sigo sin explicarme cómo los ciclistas de carretera van prácticamente sin nada ¿Y la herramienta, el troncha, el chubasquero, los guantes de repuesto, los geles, la cartera, el dinero, el móvil, la cámara de fotos......la otra cámara, los parches, la bomba....
Vistas en ruta. Foto Faljau |
Enfilo directamente por la carretera dirección Alquité. Normalmente se hacen unos cuantos kilómetros de calentamiento antes de afrontar las potentes rampas que están a la salida del pueblo, pero desoyendo mis propios consejos comienzo la ruta directamente por la comarcal y los cuádrices se encuentran súbitamente en la misma situación que al finalizar la ruta del día previo. Toca sufrir y apretar los dientes y dejando a mi derecha el desvío de la Ermita de Hontanares, comienza el solitario rodaje por la carretera. Es un continuo sube y baja. En wikiloc algunos ciclistas la catalogan como difícil o moderado, pero para ciclistas habituales no debe presentar mucho problema. Pasando el desvío de Becerril, me encuentro en una subida con un antiguo compañero. Gerardo del Mazo está allí, esperándome con una gran sonrisa. Hola Gerardo, ¡vaya bici de carbono que te has comprado!, voy a parar y me voy a tomar un gel ¿quieres?
Claro que no quieres, siempre estás perfectamente entrenado, hidratado y de buen humor, ¿verdad?
Pues mira, yo no voy a ser menos. Voy a hacer algunas fotos y disfrutar de este magnífico día.
Apuro totalmente la bebida isotónica y retomo la marcha. Gerardo se pone a rueda. Nunca en su vida dio un relevo y no lo va a hacer ahora. Llegamos a Madriguera, quizás el pueblo más bonito de la zona, pero las fotos las haré a la vuelta.
Quedan 7 km para llegar a El Muyo, pero inexplicablemente voy en plato pequeño. Luego entendería el por qué.
Este tramo se hizo duro y bastante largo, pero finalmente entro en el Muyo y después de hacer unas cuantas fotos me dirijo al bar a tomarme algo fresco.
Gerardo dice que me espera fuera, así que una vez en el bar entablo una amigable conversación con el dueño. Coca cola y tostada con huevo frito : 1 euro
Después de media hora de conversación sobre las cosas que se hablan en estos pueblos, vuelvo a la bici que por cierto había dejado sin candar, con el gps puesto y que por supuesto allí continuaba.
El impresentable de Gerardo ya se había ido, seguro que para esperarme parapetado en algún sitio de difícil acceso o en una subida pestosa.
Comienzo el regreso pero a los pocos centenares de metros debo de pararme a ponerme un cortavientos y un pañuelo en la cara, porque la bajada era vertiginosa y me estaba quedando helado.
Mira por dónde me costaba tanto subir antes, aunque no había sensación óptica de subida, pero bajar a más de 40 por hora implica subir en plato de postre en sentido contrario.
Llego a Madriguera, dónde paro a hacer unas fotos. Sólo llevo el teléfono y me sale un aviso de "fallo de tarjeta SD". Reinicio el teléfono peroel aviso ahora es "Qué si quieres arroz, Catalina".
Unos niños me rodean y me preguntan cómo me llamo. Quieren que me quede a jugar y tienen una perrita que se llama Lola. Esto parece un relato de Gloria Fuertes, me dije.
Retomo la carretera y veo que el tiempo ha pasado volando. Si bien me queda tiempo de sobra para regresar, lo mejor es dar un poquito de caña y llegar lo antes posible a casa.
Espero no volver a encontrarme con el impresentable de Gerardo. El que sí que estaba era el sol de frente, tal y cómo me dijo el dueño del bar. Ten mucho cuidado con los coches, que hay mucho malnacido, comentaba este jubilado y antiguo conductor de pruebas de camiones.
Pues sin prisa pero sin pausa se deshacen los kilómetros y se entra en Riaza en una bajada tremenda, muy rápida que se acaba súbitamente y que continúa con una pendiente que atraviesa todo el pueblo.
Allí todo sigue como cuando salí, unas horas antes. El parque El rasero se encuentra lleno hasta la bandera y así continuará hasta que el Sol se oculte, momento en el que la temperatura pega un bajón bastante brusco y todo el mundo retorna a sus casas, cómo si fuera un ritual litúrgico.
El resumen del día son 40 km, que sumado a lo anterior hacen un total de 80 km. Después de este desengrase inicial, comenzamos con los entreno en bici de montaña. Que no nos pase ná.